Peregrinaje hacía mi mundo de Dios.

Peregrinaje hacia mi
el camino hacía tí mismo.

El Peregrinaje hacia el templo de la felicidad no es más que seguir el camino que esta dentro de ti, sin preguntar a nadie, sin mirar hacia los lados, el foco eres tu y lo que sientes.


Hace ya algunos años vivía en un país de maravillas, había flores por doquier, dulces fragancias, y buena compañía todo aquello que tenía era una ilusión, aprendí de pequeña que había que hacer felices a los demás sin importar nada y a decorarlo todo de perfección. ¿para qué hacerlo? muy fácil, para que me quisieran y me aceptaran; si alguien necesitaba algo, la salvadora era yo, acudía con lo requerido para solucionar cualquier problema; y por supuesto me ganaba el aprecio y respeto de todos, pero pagaba por dentro un precio muy alto, llamado desidia de mi propia vida. 


Un día una catástrofe natural cambio mi mundo, y todas esas personas desaparecieron como si una varita mágica los desvaneció. Confundida con esa quietud me encontraba tan asustada que intenté huir, pero no había ningún lugar hacía donde ir, y tuve que aprender a vivir en la soledad, un lugar totalmente desconocido para mí, ya no había nadie a quien salvar y cuidar más que a mi misma. 

Seguí el único camino que quedaba estaba iluminado por una luz que no sabía de donde venía, pero sentía temor por no saber hacia donde me dirigía, pero no había mas opción que seguirlo y aquí, es cuando empieza toda mi historia de peregrinaje

Caminaba por ese sendero mirando hacia los lados a ver si lograba encontrar a alguien, pero eso nunca sucedió, camine y camine durante días, semana y meses; y seguía sola y ya en este punto me había tocado hacerme amiga de mí misma, charlábamos me acercaba cada día más. ya me conocía un poco mejor las cosas buenas, y las malas: mi poca paciencia, mi ira, mi dolor; y admiraba mi coraje, mi entusiasmo, y mi capacidad de ser mas fuerte cada amanecer, hasta el punto en donde me convertí en alguien que tan agradable, y que me convertí en la mejor amiga que jamas había visto, pues nos conocíamos tan bien que eramos una. Aprendí a aceptar mis errores, mis debilidades, sin durezas ni juicios y en ese camino seguí hasta que en un amanecer, mi mundo dio otro gran giro; volví a ese país de maravillas, y apareció toda la gente que se había esfumado, solo que yo había cambiado, no era la misma, y todo a mi alrededor también cambió, a la gente ya no parecía gustarle el hecho de que no me interesaba resolver más sus problemas, y continué pero esta vez en compañía de mi amor propio, y así fortalecida, fue que apareció gente que no quería ser salvada, y empecé a construir una comunidad nueva, sin prejuicios, ni sacrificios, ni desidia. Un nuevo mundo lleno de experiencias, compartir momentos sin controlar a nadie, sintiéndome suficiente y capaz de generar afectos, sin necesidad de sacrificios, así fue como encontré mi verdadero mundo de Dios.

Comentarios

Entradas populares